Este montaje parte de una anécdota sencilla: un escritor es
atendido en un hospital por un mal recurrente producto de la debilidad de sus
costillas. El personaje espera que sea un chequeo de rutina, pero se ve
obligado a internarse. Esto termina siendo un pretexto para un viaje en el
tiempo, en el cual el protagonismo de los recuerdos del personaje es
compartido entre el vínculo con sus amigos de la infancia y la relación fallida
de sus padres.
La forma en que está compuesto el texto guía al espectador
por tres líneas temporales. Una de estas líneas muestra el tiempo ‘real’ del
personaje durante su internamiento. Aquí se observa su relación con un
enfermero y la doctora a medida que le van informando acerca de su estado de
salud. Por otro lado, se expone el vínculo con sus dos amigos de la infancia; y
cómo esta relación se fortalece y muta en los tiempos de la adolescencia, la
juventud y la primera adultez. Finalmente, se muestra la relación de - y con -
los padres; de tal manera que se aprecia la crisis matrimonial y como esta
afectó la relación existente entre los tres miembros de la familia.
En cuanto a la puesta en escena, ‘Salir’ presenta a los 5
actores/personajes (*) ubicados en puntos específicos del espacio. Cada uno de
ellos se encuentra sentado en una banca dando la espalda a la platea. Desde esa
posición se propone una convención muy sencilla y efectiva: cuando al
actor/personaje le corresponde participar en una escena gira sobre su sitio y
se coloca en posición frontal al público. Es desde esa nueva posición que
interpretará sus parlamentos.
Debe mencionarse que esta forma de exposición/interpretación
de los actores/personajes plantea en la sensibilidad del espectador un vínculo
más cercano con el personaje. Y es que, en muchos momentos de la obra, la
mencionada frontalidad puede resultar confesional. Además de ello, la claridad
de la convención, sumada a la ausencia de utilería, decorados y traslados,
potencia el ritmo de la puesta en escena y facilita la comprensión en los
saltos de tiempo que propone la dramaturgia.
Puede afirmarse, entonces, que la puesta en escena propone
una forma en la cual la atención del público y la acción de los actores se
concentra en el texto dramático y la sonoridad que su interpretación ofrece.
Este texto destaca por su dinamismo en los momentos de las
relaciones conflictivas - el personaje con la madre, la esposa, el enfermero y
la doctora; además de la relación entre los padres -, donde la ironía, los
juegos de palabras y cierta clave poética en el manejo del conflicto complementan
la construcción de las escenas. Sin embargo, puede resultar excesivamente
retórico en los momentos donde se suscitan reflexiones personales o en ciertas conversaciones
altamente expositivas. Y, si bien esto podría traer como resultado una
combinación rítmica interesante, termina agotándose como recurso.
Este agotamiento se hace más evidente luego de que se devela
el estado de salud del personaje – aquejado de una grave enfermedad -. Y es que,
hasta ese momento, la obra venía alternando información diversa sobre el
personaje: sus actividades, su salud, la relación con sus padres – divorciados,
el padre se suicida poco después – y la relación con sus amigos – se conocen
desde niños, estuvo casado con su mejor amiga; quien se encuentra comprometida
con su mejor amigo -. Pasado este momento, ‘Salir’ continúa en sus tres líneas
temporales ofreciendo información que resulta complementaria; pues ésta permite
al espectador terminar de ‘armar’ la historia del personaje, pero que carece de
acción.
‘Salir’ propone una puesta en escena sobria y minimalista. Su
austeridad en utilería y escenografía potencia la dinámica que el texto dramático
plantea. Asimismo, una iluminación tenue - y con matices entre la luz frontal y las sombras marcadas - acompaña y guía
los cambios de tiempo. La convención teatral es intimista y propone un estilo
confesional. Asimismo, concentra la atención en el texto dramático y su
sonoridad; otorgando, por momentos, una rítmica sonora más que atractiva. Cuenta
con un equipo actoral solvente en el manejo del estilo que la convención
propone; destacando especialmente la interpretación del protagonista – quien propone un cuidado desarrollo
corporal a los diferentes momentos del personaje -.
Sin embargo, la obra tiende a decaer después de haber
develado su conflicto principal – el estado de salud del protagonista y su relación
con los otros personajes -, decantando en momentos
excesivamente retóricos y con carencia de acción; lo cual pone al montaje en riesgo de caer en una redundancia rítmica.
‘Salir’ apuesta por el riesgo en un montaje poco convencional para la escena limeña. Y, si bien presenta algunas debilidades mencionadas líneas arriba, consigue sostener al espectador a través del planteamiento eficiente del universo del protagonista y de un sensible manejo del drama familiar.
‘Salir’ apuesta por el riesgo en un montaje poco convencional para la escena limeña. Y, si bien presenta algunas debilidades mencionadas líneas arriba, consigue sostener al espectador a través del planteamiento eficiente del universo del protagonista y de un sensible manejo del drama familiar.
(*) Se usa el término ‘actor/personaje’ tanto por la
neutralidad y sobriedad que presenta la propuesta como por el hecho que los
cambios en los personajes son sutiles y pasan por detalles mínimos - como los
del padre/enfermero, la madre/doctora o las diferentes edades del protagonista
y sus amigos -.
(**) Foto tomada de aquí.
Dirección: Daniel Amaru Silva, Rodrigo Chávez.
En escena: Carlos Mesta, Evelyn Ortiz, Nicolás Fantinato,
Óscar Meza, Alexa Centurión.
Dramaturgia: Daniel Amaru Silva.
Vestuario: Jazmín Perea.
Arte: Aarón Rojas, Blanca Martínez.
Iluminación: Cesar Fe.
Producción General: Soma Teatro, Sala de Parto.
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