‘Los regalos’, es una propuesta escénica producida por la ‘Compañía
de Teatro Físico’ y dirigida por Fernando Castro. Este montaje se presentó, entre el 28 de
agosto y el 20 de septiembre, en la sala del Teatro Ensamble De Barranco.
‘Los regalos’, es una puesta en escena que plantea un
efectivo diálogo entre los lenguajes del teatro físico, la acrobacia y el
clown. Suma a ello, el uso de máscaras y la presencia de video animación; los
cuales suman y fortalecen una cuidada propuesta estética.
El inicio del montaje presenta una imagen estática – dos
personajes frente a frente, donde uno porta una maleta – a la cual se retornará
a medida que se desarrolle la obra. Esta imagen ofrece un detalle esencial en
la propuesta estética y del discurso escénico de la obra: la cabeza y el rostro
de los personajes están definidas por la presencia de máscaras.
Luego de esta primera imagen se desarrolla un conjunto de
escenas, las cuales funcionan como presentación de los personajes: un padre y
sus dos menores hijos. Estas escenas muestran, a través de la cotidianidad expuesta
en cada una de ellas - un viaje en auto, el momento del almuerzo, una pelea
entre hermanos, los juegos de ambos, la hora de acostarse, etc. - distintos
detalles acerca de la vida y las relaciones entre los tres miembros de la
familia.
Así, se puede conocer que estos tres hombres viven juntos -
sin mujeres -, que el hermano menor es bastante pequeño, que la familia tiene
dificultades económicas y que el padre tiene serios problemas de comunicación
con sus hijos - llegando, incluso, a resolver una situación por medio de la
violencia física -.
Pero, además de lo mencionado, estas escenas permiten
apreciar matices sensibles de las relaciones entre los personajes. Logrando
mostrar distintos vínculos entre ellos: sus cercanías, distancias y
complicidades; los celos, las reconciliaciones y las demostraciones de afecto;
la ternura, el respeto, el temor, la soledad. En esencia, las complejidades de
las relaciones familiares.
Toda esta información, repartida con tino y sensibilidad, es
expuesta sin el uso de la palabra hablada; apostando por construir un discurso
a partir de las acciones y pausas de los cuerpos de los intérpretes. Y es que,
ante la presencia de las máscaras, que reduce el gesto facial de los personajes
a una sola imagen estática, se opta por un cuidadoso e inteligente trabajo de
composición escénica. De manera tal que, mientras las acciones corporales grafican
una situación específica, la ubicación de los personajes en el espacio, la
velocidad de sus movimientos y la construcción de ‘gestos’ a través del cuerpo,
permiten sumar detalles que constituyen los matices de las relaciones a los que
se hacía mención líneas arriba.
A ello se debe agregar la prolijidad en la presencia y uso
del vestuario y la utilería. Siendo elementos que ofrecen detalles que aportan para
la identificación de los personajes, su contexto y las dinámicas que existen entre
ellos.
La descripción planteada, sobre la primera parte del
montaje, bien podría aplicarse para los recursos escénicos que conforman la
segunda parte del mismo. Sin embargo, el efecto emocional de los detalles
expuestos cobrará mayor potencia hacia el final de la puesta en escena. Y es
que, la primera parte concluye con la partida del hijo mayor del núcleo
familiar; y la segunda inicia con el retorno de éste, mucho tiempo después
(aquí es donde reaparece la imagen del inicio del espectáculo), a visitar a sus
familiares.
Esta segunda parte expone una evolución en el tiempo de los
personajes, donde los hijos son adultos y el padre es un anciano. El paso del
tiempo no solo se evidencia por medio de los cuerpos, expuesto magistralmente
por los intérpretes, sino también en las relaciones entre los personajes. Así, la complicidad
entre los hermanos desaparece, mutando en gestos de respeto y distancia. Lo
mismo sucede entre los hijos y el padre, observándose mayor cercanía y contacto
entre éste y el hijo menor; quien es el que se hace cargo de su cuidado.
Esta dinámica de afecto distante - propio de las relaciones
masculinas en una sociedad machista - se
mantendrá hasta el final de la obra; donde el hijo mayor parte nuevamente,
alejándose de su padre y de su hermano.
‘Los regalos’ logra así conmover a un público que, a lo largo
de dos grandes cuadros que muestran tiempo y contexto de una familia, es
invitado a ejecutar una labor de lectura y escritura del montaje. Es así que el
espectador es quien aporta y completa el componente emocional –e incluso, el
narrativo - de una historia sencilla en cuanto a su anécdota, pero abundante en
detalles y matices.
Este texto no podría
concluir sin hacer mención a la presencia del video. Proyectadas sobre
el fondo del escenario, las animaciones cumplen roles técnicos – de tránsito
entre escenas -, narrativos – mostrando la compra de los regalos y
contextualizando el factor económico – y estéticos -la belleza de sus imágenes,
a partir de una estética cercana al cómic, y el tiempo de sus transiciones,
dialogan con un espectáculo planteado desde la acción, la pausa y la
contemplación -.
Asimismo, vale mencionar el uso de los elementos
escenográficos. Y es que, a partir de la presencia y uso múltiple de dos mesas
de madera, los personajes construyen distintos escenarios y contextos.
Finalmente, se debe destacar los momentos de presencia de la
acrobacia. Quizá lo más destacable, además de la gran calidad técnica con que
se ejecutan – pese a las dificultades técnicas que plantea el uso de la máscara
–, es su aparición dentro de la dinámica de las acciones de los personajes.
Evitando, de esta manera, una presencia gratuita y centrada en la demostración
de destrezas.
‘Los regalos’ es un espectáculo que parte de una anécdota
familiar para construir un imaginario desde el silencio, la contemplación y la
ternura. Evita el lenguaje oral y el recurso del gesto facial. Para ello
recurre a las máscaras; las cuales, al contar con el dominio en su uso,
potencian el discurso del cuerpo de los intérpretes. Y es así que - a partir de
la anécdota principal y sus variantes - los cuerpos, las máscaras y el silencio
componen un espectáculo que vincula al espectador y lo invita a decir(se) y
completar(se) lo que estos hombres-personajes no pueden decirse.
(*) Foto tomada de aquí.
Dirección: Fernando Castro.
En escena: Diego Cabello, Eduardo Cardozo, Miquel De La
Rocha.
Idea Original: Diego Cabello, Fernando Castro.
Dramaturgia: Fernando Castro, Federico Abril.
Realización de máscaras y dirección de arte: Ana Cecilia
Chung.
Vestuario y asistencia de arte: Alonso Núñez.
Música Original: Giovana Núñez (La lá).
Video y diseño gráfico: TAG Estudio Gráfico.
Asistencia de dirección: Telmo Arévalo.
Producción general: Compañía de Teatro Físico.
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