‘Proyecto 1980 – 2000 El
Tiempo que Heredé’ es el segundo espectáculo presentado dentro de la
programación del FAEL 2012. Esta propuesta, dirigida por Sebastián Rubio y Claudia
Tangoa se presentó en el activo espacio del Patio de las Artes del Teatro Municipal.
Luego de haber estado presente
en la segunda función se me vienen a la cabeza dos preguntas:
¿Es Proyecto ‘1980-2000 El
tiempo que heredé’ una obra de teatro?
¿Realmente importa si lo es?
Teatro-testimonio,
teatro-documental, performance-teatral, performance testimonial y otras varias
posibles etiquetas dan vueltas en mi cabeza
mientras me siento profundamente confundido por la experiencia; una mezcla de satisfacción por ser testigo de tan conmovedor, efectivo y honesto trabajo, como de tristeza y conmoción por las fibras que ha tocado en mi.
mientras me siento profundamente confundido por la experiencia; una mezcla de satisfacción por ser testigo de tan conmovedor, efectivo y honesto trabajo, como de tristeza y conmoción por las fibras que ha tocado en mi.
‘Proyecto 1980-2000’ juega
permanentemente en los límites de la representación. Sus 5
intérpretes/ejecutantes/performers se representan a sí mismos, pero a la vez –
y sin dejar de ser ellos - a diversos sectores involucrados con las crisis de
violencia política y corrupción que han asolado ha nuestro país durante las
décadas de los 80’s y 90’s. Así, 5 jóvenes, 5 adultos, 5 personas, son también
hijos – o hermanos - de actores de los conflictos: víctimas de desaparición y
asesinato, periodistas políticos, militares en zonas de emergencia, políticos
condenados por corrupción o asistentes de vladimiro montesinos torres.
La puesta en escena nos
propone un espacio pulcro, minimalista, con muy pocos elementos escenográficos.
Dentro de ellos destacan una mesa, alrededor de la cual se encuentran las 5
personas, y una línea de tiempo
dominando el fondo del escenario. El primer elemento, la mesa, espacio de
comunión, nos plantea desde un inicio una de las líneas principales de la
puesta: la posibilidad de juntarnos, de mirarnos las caras, de conversar. Por
otro lado, la línea de tiempo servirá como marco para la convención narrativa
de cada persona/personaje, para saltar en el tiempo hacia adelante o hacia
atrás, para hablarnos de sus rollos personales o para mencionar hechos
históricos del país.
Acompaña el recorrido un uso
calculado, dinámico e inteligente del lenguaje audiovisual, el cual nos muestra,
en diferentes momentos, archivo fotográfico personal de cada intérprete,
registro documental sobre hechos históricos, así como imágenes y detalles de
cada persona, a través de un sistema de circuito cerrado. Estos tres elementos
trenzan, una vez más, este viaje permanente de lo personal a lo colectivo, de
la historia personal al ser humano que cada uno de ellos es hoy.
Planteados todos estos
elementos se nos ofrece un elemento adicional dentro de la convención
narrativa: el tema de la herencia. Esta es encarada desde su lado más
científico - menciones acerca de las características físicas de los seres a
través de los genes recesivos y dominantes -, el más personal - los avatares
familiares durante los momentos del conflicto -, y el más abstracto – que
hacen/hacemos con lo que nos ha tocado heredar de esta etapa-.
Es así que ‘Proyecto
1980-2000’ nos permite vernos a través de estos jóvenes. A través de sus
ilusiones sobre el futuro o de sus reflexiones sobre el pasado. A través de sus
silencios y confesiones, de los reproches familiares – en ocasiones directos,
en otras velados – como de su reivindicación a sus seres queridos, de asumir lo
compleja y contradictoria de la condición humana, como compleja y
contradictoria es nuestra historia.
‘Proyecto 1980-2000’ aborda esta difícil
temática y sus formas con un lenguaje directo, fresco y por momentos con humor.
Logra, de esta manera, que el público tenga que mirar de frente, que evite
evadir. Te invita a sentirte parte –es inevitable – sin que tengas que sentirte
juzgado. Esquiva la actitud cínica, tanto como la políticamente correcta. Y es
ahí, quizá, donde radica el mayor mérito de su contenido: en cuestionar
nuestros prejuicios, en decirnos - al ver a esos jóvenes juntos compartiendo
sus experiencias - que no hay que olvidar…, pero que tenemos que dejar de
juzgarnos.
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