‘De Pichangas y Muñecas’ es un espectáculo de danza dirigido
por Pachi Valle Riestra, el cual fue el proyecto ganador del Programa
Residencia en Danza – Gran Formato 2013, otorgado por la Gerencia de Cultura de
la Municipalidad Metropolitana de Lima. Este espectáculo se presentó, en
calidad de estreno, en el Teatro Municipal de Lima entre el 21 y el 24 de
noviembre como parte de la programación del FAEL 2013.
“‘De Pichangas y Muñecas’ se sumerge en el complejo estudio de
género en Lima” (*). Para ello propone
una estructura conformada por una ‘introducción’ y dos actos.
Dos escenas cumplen el rol introductorio. En la primera de
ellas,
un hombre y una mujer ingresan al escenario, se encuentran y se confrontan en una danza de pareja sensual y provocadora. Esto sucede mientras cada uno expresa – a través de frases - posiciones de prejuicio frente al género opuesto. Así, frases que afirman que las mujeres son ‘frívolas’, ‘calculadoras’ o que ‘sólo piensan en casarse’; así como que los hombres son ‘básicos’, ‘infieles’ o que ‘tienen una pelota de fútbol en el cerebro’, nos confrontan con prejuicios propios o ajenos que podemos encontrar en el cotidiano. De esta manera, en la primera escena, se nos presenta de inmediato el concepto sobre el cual va a desarrollarse el espectáculo.
un hombre y una mujer ingresan al escenario, se encuentran y se confrontan en una danza de pareja sensual y provocadora. Esto sucede mientras cada uno expresa – a través de frases - posiciones de prejuicio frente al género opuesto. Así, frases que afirman que las mujeres son ‘frívolas’, ‘calculadoras’ o que ‘sólo piensan en casarse’; así como que los hombres son ‘básicos’, ‘infieles’ o que ‘tienen una pelota de fútbol en el cerebro’, nos confrontan con prejuicios propios o ajenos que podemos encontrar en el cotidiano. De esta manera, en la primera escena, se nos presenta de inmediato el concepto sobre el cual va a desarrollarse el espectáculo.
La segunda escena continúa la línea conceptual ofrecida en
el inicio, pero lo hace de una manera más visual y poética. Así, notamos que desde
el fondo del escenario van avanzando cuerpos al ras del piso. Todos están cubiertos
totalmente por mallas, las cuales al llegar al borde del escenario, van siendo
arrancadas por cada uno de los intérpretes. Es en este momento donde, liberados
ya del envoltorio que los uniformizaba, podemos acudir a la exhibición de las
diferencias corporales según el sexo.
Concluida esta introducción se inicia el primer acto del
espectáculo. En él se opta por un estilo narrativo figurativo que sirve para
exponer los procesos de diferenciación y conformación de identidad en hombres y
mujeres. Es así que primero vemos al grupo de hombres desarrollar, a partir del
juego con una pelota, dinámicas de compañerismo, competencia, solidaridad,
liderazgo y abuso. Posteriormente, vemos al grupo femenino exponer, a partir
del juego con una muñeca, una dinámica de estandarización en cuanto a la imagen
y el comportamiento. Luego de ello somos testigos del encuentro entre ambos
grupos, el cual se caracteriza por momentos de descubrimiento y seducción.
Cabe decir que, si bien los temas que se abordan - como la
formación de la identidad de género - son latentes y complejos, ellos son confrontados
de una manera que se ubica en la frontera entre los naif (pese al momento del bullying
masculino, que concluye en una
violación) y lo superficial. Por ello, aun cuando la escena final de este
primer acto - en la cual una pareja grafica las relaciones de poder (hombre) y
sometimiento (mujer) - sería el compendio y la consecuencia de lo expuesto en
las escenas anteriores, ésta no logra generar el pico de tensión-reflexión que
le hubiese correspondido.
El segundo acto nos presenta un cambio abrupto en cuanto a
la propuesta de movimiento, a la apuesta estética, a la distribución de las
escenas y al lenguaje. Es así que se pasa de una propuesta gráfica a una más
abstracta, de un movimiento más cercano a la pantomima a otro más vinculado al
de la danza, de las escenas extensas y colectivas - que albergan a varias
escenas cortas - a cuatro escenas concretas.
En este segundo acto se “explora e interpreta los conflictos
internos que estos patrones culturales generan en muchos hombres y mujeres”
(*). Para ello se asume el riesgo dramatúrgico de proponer cuatro escenas de
corte más abstracto. Estas escenas, según la interpretación de quien escribe,
nos muestran la imposición del rol de la mujer como madre - en un primer dúo
femenino -, el machismo que intenta controlar el comportamiento de las mujeres
- en un cuarteto de tres hombres que tienen sujeta con sogas a una mujer -, los
conflictos falocéntricos de los hombres - en un solo masculino - y los des-encuentros
entre las parejas frente a todo este complejo sistema de identidades – en el
dúo final -.
Si bien las interpretaciones mencionadas pueden ser acertadas o fallidas,
las escenas de este segundo acto, a partir de su lenguaje abstracto y de la manera
en que se articulan dentro de la obra, generan una ruptura en la coherencia
estética y dramática que complica la lectura del espectáculo.
Y es que la propuesta del primer acto funcionaba como los
viejos circos de tres pistas: se sucedían situaciones en simultáneo que
otorgaban información sobre la idea general. Así, cada escena tiene una
duración extensa porque está compuesta de varias escenas pequeñas. En el acto
final el ritmo se vuelve más estático, con escenas con conceptos que quedan
claros muy pronto, pero con desarrollos cuyo aporte no es significativo. Todo
ello genera una sensación de distancia debido al cambio del lenguaje y a la
abrupta alteración del ritmo.
‘De Pichangas y
Muñecas’, más allá de lo meramente estructural, presenta problemas de
resolución de contenidos en el segundo acto. Ya que, siendo tan compleja la
problemática expuesta en el acto inicial, al reducir sus consecuencias a sólo cuatro
momentos, permite que se mantengan demasiados cabos sueltos. Si además de ello,
el lenguaje que se utiliza no otorga más claridad para percibir la reflexión
que se pretende entregar, estos cabos sueltos se magnifican.
Queda claro que no es obligación de una obra de danza tener
que otorgar respuesta o soluciones a problemáticas sociales. Sin embargo, la
obra apuesta en su primer acto por ser narrativa, casi expositiva, combinando
movimientos con acciones y gestos cercanos a la pantomima; todo ello con el
objetivo de exponer una situación, un contexto. Desafortunadamente, se pretende
sintetizar todo lo anterior en cuatro momentos específicos compuestos desde la
abstracción y la construcción estética. ‘De Pichangas y Muñecas’ expone una
serie de situaciones durante la primera parte, pero la forma en que las resuelve
posteriormente no consigue ser satisfactoria.
Y es que, probablemente, la temática que aborda este
espectáculo no necesita de conclusiones - a menos que se quiera caer en la
indeseable moraleja -, ya que la propia exhibición de la problemática contiene suficiente
drama y complejidad. Quizá por ello se sienta que la segunda parte de la obra es
una especie de ‘extra’.
‘De Pichangas y Muñecas’ es un espectáculo irregular. Conformado
por un gran inicio introductorio, apuesta por la pantomima y la simpleza - no
por simple menos efectiva - para exponer su discurso durante el primer acto (aunque
por momentos cruza la frontera de lo superficial). En la segunda parte asume el
riesgo de utilizar otros recursos - más cercanos a la abstracción – para
construir las escenas finales, pero éstas no llegan a aportar de manera
significativa al discurso general de la obra.
Bailarines: Carola Robles, Cory Cruz, Margot Lozano, Miluska
Pachas, Tatiana Vizcarra, Christian Olivares, Marlon Cabellos, Miguel Angel
Robles, Renzo Zavaleta y Rolando Rocha.
Actor: Marco Miguel Ravines.
Dirección y Creación: Pachi Valle Riestra.
Asistente de Dirección: Fito Valles.
(*) Los textos entrecomillados han sido tomados del programa
de mano de la obra.
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