‘Tiempo y Silencio’ nos propone una convención
dramatúrgica en la cual los personajes arriban a un espacio y en éste comparten
momentos de encuentros, desencuentros, experiencias y vivencias, hasta
finalmente separarse y seguir cargando con su soledad a cuestas.
Para ello, la obra se vale de la presencia cuatro
bailarines
– dos varones y dos mujeres – quienes ingresan individualmente al espacio del teatro hasta conformar un cuarteto en el escenario. La propuesta de vestuario es casual, casi cotidiana, invitando a reconocer a cualquier persona, o a uno mismo, en estos bailarines. A nivel escenográfico se opta por un espacio vacío y la casi nula presencia de elementos o utilería - salvo por las mochilas que llevan los personajes al inicio y final de la obra -. Esta concepción nos plantea desde un inicio que se apuesta por el cuerpo de los bailarines como eje narrativo.
– dos varones y dos mujeres – quienes ingresan individualmente al espacio del teatro hasta conformar un cuarteto en el escenario. La propuesta de vestuario es casual, casi cotidiana, invitando a reconocer a cualquier persona, o a uno mismo, en estos bailarines. A nivel escenográfico se opta por un espacio vacío y la casi nula presencia de elementos o utilería - salvo por las mochilas que llevan los personajes al inicio y final de la obra -. Esta concepción nos plantea desde un inicio que se apuesta por el cuerpo de los bailarines como eje narrativo.
Pasado
el cuarteto inicial, la propuesta escénica se decanta por construirse a partir
de dúos, en los cuales se desarrollan coreográficamente los diversos estados
emocionales que nos proponen los bailarines. Así, situaciones como la ausencia
de comunicación, el contacto, la distancia y, básicamente, la soledad - aún
estando acompañados - son expuestas de manera simple y correcta; con una
apuesta atractiva de intercambios rítmicos entre una escena y otra.
Si
bien al haberse optado por un conjunto de dúos se arriesga a que el ritmo
visual sea previsible - y por momentos lo es -, el estudiado despliegue del uso
del espacio escénico, alternando cada propuesta espacial con una forma distinta
de encarar el movimiento y la coreografía, permite al espectador mantenerse
atento y concentrado. Asimismo, el diseño de luces que acompaña las escenas
aporta significativamente a la propuesta visual y coreográfica de la obra.
Cabe resaltar el acierto en el uso de los planteamientos sonoros, visuales y de movimiento. Los cuales nos envuelven en un ambiente nostálgico.
Destacan especialmente los dúos compartidos por los bailarines más experimentados. Ya que, si bien no es una propuesta que se base en la exhibición de destrezas, el oficio y la técnica de éstos les permite sobresalir especialmente. Con esta mención no se desmerece el trabajo de los bailarines más jóvenes. Sin embargo, en el caso del varón, por momentos se podían observar tanto las diferencias técnicas como de experiencia.
‘Tiempo y Silencio’ logra, conjugando estos elementos construir
una obra eficiente y asequible bajo una premisa sencilla.
Sin
embargo, no puede dejar de mencionarse una extraña aparición en una de las
escenas finales. Dicha escena, si bien es ejecutada con mucha solvencia, genera
no poca confusión. Esto es debido a que la obra se desarrolla desde el inicio
con cuatro intérpretes - los que, como se dijo antes, ingresaron al recinto desde
los exteriores del mismo - ejecutando los ya mencionados dúos. Y, de manera
insólita, termina con la presencia estelar de un quinto intérprete ejecutando
el último dúo con una de las bailarinas.
Esta aparición se percibe como una ‘licencia dramatúrgica’ que, si bien no altera el aprecio del espectador por el desarrollo de la obra, no deja de ofrecer la sensación de un final forzado.
Esta aparición se percibe como una ‘licencia dramatúrgica’ que, si bien no altera el aprecio del espectador por el desarrollo de la obra, no deja de ofrecer la sensación de un final forzado.
Coreografía
y Dirección: Marlon Cabellos.
En escena: Amelia Uzategui Bonilla, Renzo
Zavaleta, Harold Echevarria y Mia Noel.
Diseño
de Vestuario: Levy Exaltación.
Diseño
de Luces: Ricardo Delgado.
Fotografía:
Javier Gamboa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario